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domingo, marzo 16, 2025

Polémica con Grabois. Para que sea humana tiene que ser socialista

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Juan Grabois, referente de Patria Grande, viene presentando su nuevo libro Argentina Humana en recorridas por distintas ciudades. El texto tiene como objetivo plantear las propuestas para el país del vocero político del Papa en Argentina. En un año electoral, ese texto es la plataforma programática del espacio; que trata de ubicarse como ala izquierda del peronismo frente al gobierno de Milei. En este artículo recortamos las definiciones principales y las analizamos desde nuestra perspectiva socialista.

Ni reforma, ni revolución: cumplir con la Constitución. Así arranca el libro, con esa definición explícita. Una especie de advertencia culposa a los dueños de todo. La garantía de que no se propone ninguna medida que altere en lo esencial el statu quo: “No estamos proponiendo una revolución, ni siquiera una reforma. Nuestra revolución es que se cumpla la Constitución (…) no hay una sola propuesta que exceda el marco normativo vigente” 1.

Ni reforma, ni revolución: en los marcos normativos vigentes. Así, sin atenuantes. Sin embargo, las reformas o revoluciones no son caprichos dogmáticos: la realidad del capitalismo en decadencia, las impone. No se eligen “porque sí y a priori”, reformar o revolucionar son la consecuencia de las medidas que, en todo caso, hacen falta para asegurar derechos. Y, además, porque no las deciden los Grabois de la vida: las empiezan los pueblos, las terminan las organizaciones valientes más allá de las “normativas vigentes”. La Constitución no es una síntesis de conquistas populares o un horizonte aspiracional para mejorar la vida de la mayoría. Bajo el capitalismo es la caja de herramientas de los grandes propietarios privados, de la casta política tradicional,
empresarial y terrateniente.

Nuestra óptica es opuesta por el vértice: hay que aplicar un plan de emergencia que provoque todos los cambios que hagan falta en el camino de una reorganización global de la economía, las relaciones sociales y el sistema político, y al final, en todo caso, construir una nueva legalidad constitucional en base a esos cambios revolucionarios.

No se trata de una adaptación conformista, sino de una orientación transformadora que asegure los cambios imprescindibles.

La utopía, según el escritor Eduardo Galeano, es un horizonte que sirve como referencia, guía y estímulo de transformación. Como una perspectiva hacia adelante. En Grabois lo que tenemos es una utopía reaccionaria: ni es posible, ni es transformadora. La denomina Estado Social de Derecho.

El capital no practica el Fair Play

Pactar con el capital, reconocer la legitimidad de la ganancia. El planteo del libro es la apuesta a una relación amigable con el capital. Una especie de pacto, de admisión voluntaria por parte de los propietarios, de regulaciones estatales.

(…) Un enfoque tripartito entre los sectores público, privado y comunitario, entendiendo que cada uno responde a una lógica y misión particular, son componentes de un sistema complejo que naturalmente tiene contradicciones y conflictos, pero que puede armonizarse en sus elementos básicos (…) 2

Este acuerdo que se propone, tiene como fundamento reconocer la legitimidad de la lógica capitalista. Para Grabois, la propiedad privada es un muro imposible de superar. De hecho, ni se lo plantea, lo asume como hecho dado y natural.

(…) La realización del principio de crecimiento compartido requiere la comprensión, la aceptación de los sectores económicamente dominantes (…) 3

Vale decir: las corporaciones, entiéndase Techint – Rocca, Ratazzi o Bulgheroni, deberían comprender o aceptar esta relación horizontal con lo público y comunitario.

(…) La convicción de quienes integramos Argentina Humana es construir un vínculo sano, sin amiguismos, con reglas claras, entre la dirigencia política y el empresariado. Reglas que permitan al empresariado obtener una rentabilidad que recompense su iniciativa y los riesgos tomados, contar con un Estado que sea un socio en términos de servicios e infraestructura (…) 4

En el deporte, se conoce como Fair Play a la concepción ética que practica el juego limpio y acepta voluntariamente los resultados de las eventuales competencias. En el capitalismo, sin embargo, no existe una sana competencia entre iguales, sino una encarnizada lucha de clases en la cual los que mandan, explotan y oprimen, no conocen el espíritu deportivo cuando las relaciones de fuerza sociales no los favorecen.

La deportividad no es precisamente un atributo del gran capital. Los privilegiados se aferran a lo que tienen (que es mucho, por otra parte) y están dispuestos a todo, incluso dispuestos a apoyar experimentos como el de Milei o peores, antes que ceder o aceptar cualquier cosa que los limite o condicione. Aspirar a la receta del capitalismo regulado es la crónica anunciada de un fracaso inevitable.

Así no se vuelve la tortilla: reforma agraria y soberanía

Varios capítulos del libro en cuestión están dedicados a puntualizaciones programáticas importantes. Se detallan objetivos y medidas para explicar la hoja de ruta propuesta.

Uno de los más llamativos, es el que trata de la reforma agraria del siglo XXI y soberanía económica.

En lo referido a reforma agraria, se dice:
• Producir alimentos sanos
• Practicar la agroecología
• Mejorar las condiciones de trabajo en el sector rural.

Y así varias definiciones más. Sin embargo, todo eso que se plantea como reforma agraria, no incluye la expropiación de tierras de los pooles de siembra o de los grandes terratenientes de la Argentina. Se trata de una reforma agraria muy sui generis, ya que, si la matriz productiva en el campo sigue ordenada en función del modelo del agronegocio extractivo, no se ve cómo se podrían asegurar alimentos suficientes, accesibles y saludables y a la vez la tierra para quien la trabaja.

Y si uno apunta la mirada al tramo dedicado a la soberanía económica se vuelve a sorprender: en ese capítulo no hay nada parecido a medidas elementales de recupero de los resortes básicos de la economía, hoy en manos de corporaciones privadas.

Medidas como la estatización del comercio exterior, que permita definir con otra estrategia la política de exportaciones e importaciones del país y, en todo caso, el uso de la renta derivada del diferencial positivo. Sin declarar de utilidad social el comercio exterior y, por ejemplo, expropiar algunas de las cerealeras top de Argentina (Cargill, Molinos, COFCO, Viterra o Bunge), es imposible pensar en una recuperación de la soberanía económica en una de sus palancas claves.

Agregamos, por otro lado, que no hay un planteo en todo el libro que sea contundente contra la matriz extractivista predominante en el país. En síntesis: para que la tortilla se vuelva y los pobres coman pan, hay que expropiar a los expropiadores.

¿Independencia económica pagando deuda al FMI?

Todo el capítulo titulado Macroeconomía tiene definiciones cruciales para entender puntos decisivos de la propuesta económica de Grabois. Se plantea la aspiración a la independencia económica, pero a renglón seguido se propone renegociar la deuda con el FMI. Sí, renegociar. No se levanta la idea de moratoria, de investigación o de cuestionamiento elemental al origen fraudulento, ilegal e ilegítimo de la deuda externa.

Es decir, aunque en el libro se arranca prometiendo el respeto irrestricto a los marcos normativos vigentes, para cuestionar el mecanismo de saqueo planificado de la deuda, iniciado bajo la última dictadura genocida y avalado por todos los gobiernos posteriores, no apela a la legalidad del fallo del juez Ballestero del año 2000 en la causa Olmos, que registró 477 delitos contables en el proceso de endeudamiento de origen y continuidad hasta el año del dictamen5. Incluso apelar a la doctrina internacional de las deudas odiosas que aporta jurisprudencia para desconocer las deudas contraídas en contra de los intereses nacionales6. De eso, nada.

Apenas, renegociar. Como el ministro Guzmán, de Alberto y CFK. Como siempre. Y seguir pagando en función del crecimiento del país. Es decir: seguir hipotecando el esfuerzo social de la mayoría.

¿Por qué no investigar? ¿Por qué no suspender el pago hasta tanto se pueda resolver democráticamente a través de una consulta o plebiscito vinculante qué hacer? ¿Por qué no invertir mientras tanto, todos esos recursos destinados al FMI a la reactivación económica real? Por caso, plan masivo de obras públicas, aumento general de salarios, jubilaciones y programas sociales.

Es decir, para conectar en experiencia práctica del pueblo los beneficios concretos del no pago. Esa pedagogía política de masas es fundamental para bancar desde las calles una posición independiente ante el FMI y el capital financiero internacional. Y complementariamente, si hay sanciones o represalias, activar medidas de autodefensa: estatizar la banca privada y declarar de utilidad social todos los activos de grandes empresas de los países hostiles a la política independiente del país. Orientación de
independencia elemental.

¿Quién decide? ¿Quién gobierna?

En la concepción política de Argentina Humana el rol del sujeto pueblo no es gobernar, ni nada que se le parezca. Es apenas peticionar, ejercer presión sobre un Estado esencialmente igual al actual. El gobierno, eventualmente, puede estar integrado con ministros de los movimientos sociales. Y esperar pacientemente que no haya traiciones.

(…) La metodología que planteamos funciona como un trípode fluido entre fuerza política, movimiento social y gobierno popular (…) el movimiento social posee fundamentalmente una función reivindicativa, sindical, territorial, sociocomunitaria y/o productiva que hace a las necesidades inmediatas del pueblo (…) El movimiento social y la fuerza política nutren de cuadros la estatalidad gubernamental (Ejecutivo) y los organismos de representación (Legislativo) (…) debe mantener su rol de tensión frente a las estructuras institucionales y la fuerza política para recordarles permanentemente a los representantes para qué están y a qué “príncipe” responden (…) 7

Como se ve, al final los límites estructurales del planteo político-institucional son los que impone la democracia capitalista: los dueños del poder económico deciden cotidianamente, mientras que el pueblo que trabaja se limita a elegir de forma condicionada votando cada 2 o 4 años. La estatalidad que se propone, no altera un esquema institucional que asegura el poder político a los grandes capitalistas: no hay democratización real de nada y al final de cuentas, si el gobierno (y el poder real) no se transforman radicalmente, no hay condiciones de imponer medidas de cambio sistémico en la economía o las relaciones sociales. Es una declaración explícita de impotencia política y conformismo conservador.

Consejero de los dueños de todo y poner la otra mejilla

Grabois es militante de la iglesia católica. Su relación con el Papa es archiconocida. Esa identidad religiosa sería una extravagancia secundaria del personaje, si no fuera porque atraviesa su concepción de la lucha de clases.

(…) Los intereses materiales y la vocación oligárquica de los billonarios (…) posiblemente se opongan a la realización de nuestro plan (…). Teniendo en cuenta que nuestro enfoque es no violento, tiene que existir un consenso mínimo en torno a la vocación de convivencia e idealmente un pacto humanista (…) 8

Estamos frente a una invitación explícita a la resignación y el conformismo. En paralelo, la aspiración sería una improbable caridad de las clases dominantes. En otro libro de hace pocos años, el mismo autor decía:

(…) Nuestras propuestas de reforma agraria y urbana son, desde el punto de vista de los intereses de la clase propietaria, una medida de prevención de una situación de violencia inevitable frente al desamparo creciente de las masas desposeídas (…) 9

Es decir: la línea es de aceptación paciente y resignada para las mayorías, y consejo preventivo para los grandes propietarios. Y, de hecho, en Argentina Humana, para completar el cuadro de impotencia, Grabois amalgama la lucha popular y el derecho a la
legítima autodefensa de masas, a violencia política.

(…) Si lamentablemente las circunstancias llevaran a la reinstalación de la violencia política como forma “legítima” de lucha –lo que en un futuro remoto puede suceder si no se equilibra la situación nacional– nuestro proyecto Argentina Humana se disolvería ipso facto (…) la cuestión de la violencia política no es una táctica más dentro de las posibles sino un límite ético-político (…) 10

Entonces, en el modelo Grabois los trabajadores no podrían ocupar fábricas si los patrones cierran y quieren despedir masivamente, o los colectivos de género y disidencia no podrían defenderse ante un ataque machista y homofóbico, e incluso los sectores populares deberían poner la otra mejilla ante la represión estatal. Un manifiesto de la sumisión y el sometimiento.

Elogio del malmenorismo

Ya sobre el final del libro Grabois se despacha con esta definición en materia de política real y pragmática:

(…) Cuando estalló el escándalo Fabiola y Alberto hice una declaración polémica. Afirmé que fue correcto votar a Scioli, Alberto y Massa (…). El fundamento de esta afirmación es la teoría del “mal menor” que, por conservadora que suene, no deja de ser absolutamente acertada en determinados momentos (…). El problema político de las últimas tres elecciones presidenciales fue la inexistencia de una opción viable de poder digno de investidura presidencial y dotado de un programa compartido por el conjunto (…)

Finalmente, entonces, y coherente con todo el desarrollo conceptual del programa, el autor reivindica la lógica del rejunte político conocido como mal menor. Esa concepción opera cuando gobiernan los llamados ciclos progresistas o cuando como ahora, gobierna una fuerza de ultraderecha.

En el primer caso, cualquier crítica al rumbo del progresismo gobernante es ser funcional a la derecha. Y cuando la que gobierna es esta última, la orientación es de pasividad en las calles para no provocar a la ultra y en todo caso castigar con el voto en las urnas.

La tolerancia y complicidad al desastre del gobierno de Alberto y CFK, que Grabois militó, pavimentó el camino de frustración hacia un clima de época que terminó capitalizando Milei y su pandilla delirante.

La resignación, el conformismo, la adaptación sumisa, los límites impuestos por el capital y su democracia, todo eso junto con la concepción de no tensionar ni confrontar, fundamenta una propuesta que de nueva tiene poco y que al final termina siendo, por enésima vez, un llamado al pacto social con las corporaciones y a la colaboración de clases.

Que siempre, siempre, siempre terminó con la clase obrera y el pueblo perdiendo categóricamente. Se trata de una propuesta que, si logra llegar al gobierno, dilapida oportunidades por no tomar medidas de fondo y frustra expectativas; y cuando le toca estar en el campo opositor a un experimento ultrareaccionario como el de Milei, hace culto de la tibieza, cuando la necesidad impone contundencia, movilización y radicalidad. No es por ahí, definitivamente.

Para que sea humana de verdad: Argentina socialista

El historiador trotskista argentino, a veces injustamente olvidado, Milcíades Peña, decía por ahí en un curso de introducción a las ideas de Marx que, al final de cuentas, por lo que luchamos las y los socialistas es por un modelo social donde las personas nos liberemos de cosas, fetiches, el dinero, la propiedad, el capital, el Estado y todo lo que limita el potencial genuino, libre de toda alienación para poder disfrutar plenamente de la vida, humanamente de verdad.

Para asegurar derechos básicos como piso de conquistas sociales inamovibles, tales como el trabajo estable y digno, salud, educación, democracia, libertades individuales plenas, tiempo libre e incluso derecho a tener planeta ante la amenaza ecocida actual, se requieren medidas concretas que cuestionan privilegios de minoría bajo el capitalismo:

• Para trabajar todos y trabajar menos, reparto de las horas con reducción de jornada laboral, pero con un salario equivalente a la canasta básica familiar. Esto supone afectar la ganancia empresarial, la explotación laboral que es la base del privilegio de la acumulación privada.
• Para tener salud y educación públicas de calidad, hace falta más presupuesto. Y para eso hay que ponerles impuestos a los ricos o dejar de pagar la deuda al FMI.

• Para tener democracia real, desde abajo, donde de verdad el pueblo sea soberano, la clave es una reforma política que establezca la revocabilidad de mandato, un salario equivalente al de un trabajador, la obligatoriedad de usar lo público.

• Para asegurar bienestar socioambiental, hay que tomar medidas de cambio de matriz productiva y de consumo. Prohibir el agronegocio, la megaminería, el fracking o la cementación urbana desenfrenada.

En todos los casos, las medidas necesarias para asegurar derechos básicos, tocan privilegios de clase bajo el capitalismo. Por eso, asegurar una Argentina Humana, con derechos de mayoría, no es compatible con el modelo capitalista en ninguna versión. Y entonces, el desafío concreto, no como dogma sino como conclusión práctica, es luchar por un gobierno de quienes nunca gobernamos la Argentina: la izquierda y la clase trabajadora. Obvio, de arranque es desplegar en las calles la más amplia unidad de acción contra el gobierno actual. Pero desde ahora (y siempre), la izquierda tiene la obligación de presentar su proyecto por la positiva. Es la dialéctica entre la resistencia defensiva y el plan de pasar a la ofensiva.

Por lo tanto, apoyados en la movilización y la autoorganización social, provocar desde el poder político todos los cambios que hacen falta, derrotando toda resistencia de la minoría privilegiada. Sin poner la otra mejilla. Sin esperar caridad. Sin ninguna resignación. Con todo el optimismo de la voluntad y la fuerza de las ideas socialistas. Tomar y hacer partido, activando con conciencia, militando políticamente y haciéndonos cargo de nuestras propias aspiraciones; son las claves de esta época.

  1. Grabois, J. (2024) Argentina Humana, Teoría y práctica para la justicia social en el siglo XXI, Sudamericana (Buenos Aires), pág. 7.
  2. Ibidem, pág. 127.
  3. Ibidem, pág. 128.
  4. Ibidem, pág. 203.
  5. https://elhistoriador.com.ar/la-causa-olmos-y-un-fallo-contrala-deuda-externa-de-la-dictadura/
  6. https://www.cadtm.org/Deuda-odiosa?lang=es
  7. Grabois, J. (2024) Argentina Humana, Teoría y práctica para la
    justicia social en el siglo XXI, Sudamericana (Buenos Aires), pág. 176.
  8. Ibidem, pág. 186.
  9. Grabois, J. (2022), Los Peores, Sudamericana (Buenos Aires)
  10. Grabois, J. (2024) Argentina Humana, Teoría y práctica para la
    justicia social en el siglo XXI, Sudamericana (Buenos Aires), pág.
    198.
  11. Peña, M. (1958), Introducción al pensamiento de Marx, Colectivo
    Editorial “Último Recurso”, Rosario.

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