El que sería futuro secretario general del Partido Comunista Italiano, escribió a favor del fútbol como un deporte que representaba la modernidad, en contraposición al juego de la Escoba, símbolo de «corrupción» y «engaño»
Juan Pablo Sarkissian
El que sería futuro secretario general del Partido Comunista Italiano, Antonio Gramsci, escribió a favor del fútbol como un deporte que representaba la modernidad, en contraposición al juego de la Escoba, para él símbolo de corrupción y engaño.
A Gramsci le gustaba el fútbol: decía que era “un reino de libertad humana ejercida al aire libre”.
El interés de Gramsci por el fútbol no fue esporádico, sino que creía en el deporte como un verdadero «elemento de transformación».
En sus escritos en el periódico Avanti!, más tarde compilados en el texto «Bajo la Mole», Gramsci invitaba a los obreros a ir al estadio, exaltando el mundo del fútbol como una expresión de modernidad.
En uno de esos escritos, el dirigente político analizó dos aspectos del tiempo libre de los obreros: el fútbol y el juego de los naipes.
En realidad era una forma de analizar la sociedad desde un perspectiva cultural, problemática que lo desveló siempre, para contraponer dos pensamientos y dos modos de vida; en definitiva, dos juegos.
El texto que sigue, escrito en 1918, es una mirada que tal vez aparece un tanto ingenua; pero es vital no separarla de su contexto, y dejarse llevar por lo que en encierra su contenido.
La belleza estética de la escritura y la claridad de concepto en su mirada política abruma.
El 21 de abril de 1937 Gramsci, después de 11 años en prisión, adquiere la plena libertad pero su estado de salud es grave. Muere seis días después con apenas cuarenta y seis años de edad. Gransci en estado puro.
El fútbol y el juego de la Escoba
“Los italianos aman poco el deporte; los italianos prefieren la Escoba al deporte. Antes que el aire libre prefieren la clausura de la taberna; antes que el movimiento, prefieren la quietud en torno a la mesa”.
«Observen un partido de fútbol: es un modelo de la sociedad individualista. Se ejerce la iniciativa, pero está definida por la ley; las personalidades se distinguen jerárquicamente, y la distinción se da no por antigüedad sino por mérito específico; hay movimiento, competición, lucha, pero todo está regulado por una ley no escrita que se llama “lealtad” y que un árbitro se encarga de recordar en todo momento”.
“Paisaje abierto, libre circulación del aire, pulmones sanos, músculos fuertes, siempre dispuestos a la acción”.
“Una partida a la escoba. Clausura, humo, luz artificial. Gritos, puñetazos en la mesa y de vez en cuando en la cara del adversario o del cómplice”.
“Perverso funcionamiento del cerebro. Desconfianza mutua. Diplomacia secreta. Cartas marcadas. Estrategia de las piernas y de la punta del pie. ¿Una ley? ¿Dónde está esa ley que hay que respetar? Esa que cambia de lugar en lugar, tiene distintas tradiciones, es motivo de continuas disputas y peleas”.
“Una partida a la escoba a menudo ha tenido como conclusión un cadáver o varios cráneos abollados. No se ha leído nunca que un partido de fútbol haya terminado de tal modo”.
“También en estas actividades marginales de los hombres se refleja la estructura económico-política de los Estados”.
“El deporte es una actividad difusa de las sociedades en las que el individualismo económico del régimen capitalista ha transformado la costumbre, también ha suscitado junto a la libertad económica y política la libertad espiritual y la tolerancia de la oposición”.
“El juego de la Escoba es la forma de deporte de las sociedades retrasadas económicamente, políticamente y espiritualmente, dónde la forma de convivencia civil es caracterizada por el soplón de la Policía, del comisario de paisano, de la carta anónima, del culto de la incompetencia, del «carrierismo» (arribismo en español)”.
“El deporte también suscita en política el concepto del “juego leal”.
“El juego de la escoba produce a los señores que hacen despedir al obrero que ha osado contradecir su pensamiento en la libre discusión”.