El gobernador bonaerense Axel Kicillof cuestionó el rol que tuvo la familia Eskenazi en YPF durante los años previos a la reestatización de la petrolera y consideró que su ingreso no tuvo efectos positivos sobre la actividad de la compañía. “El efecto no fue bueno”, afirmó al referirse al período en el que el grupo argentino adquirió, entre 2008 y 2011, el 25% de las acciones de la empresa que seguía bajo control de Repsol.
Kicillof, que en 2012 era viceministro de Economía y tuvo a su cargo la intervención de YPF tras su expropiación, defendió la estatización y calificó la medida como “una de las decisiones estratégicas más importantes de las últimas décadas”. En ese marco, cuestionó el fallo de la jueza Loretta Preska en Estados Unidos, que condena al Estado argentino a pagar más de US$16000 millones, y atribuyó el origen de la demanda a la cesión de derechos que hizo el síndico de la quiebra del Grupo Petersen, propiedad de los Eskenazi, a un fondo buitre.
“YPF venía siendo manejada por Repsol desde 1999. Los Eskenazi -principalmente Enrique Eskenazi y su hijo Sebastían- entraron en 2007, consiguieron el control del 25% en 2009 y no cambió nada. Se mantuvo la misma actitud. La situación de la empresa no se revirtió. No se revirtió desde ahí a 2011″, precisó el mandatario.
Dijo además haber tenido una mínima relación con los miembros de la familia: “Ni los conozco. Me parece que me crucé alguna vez con el hijo [Sebastián]- Y en otra ocasión, me vi con el padre [Enrique] en el directorio de YPF, como representante del Estado previo a la expropiación”. Y aclaró: “En el gobierno, la presidente [Cristina Kirchner] ni nadie me habló de ninguna cuestión que favoreciera remotamente a estos socios”.
“Hay muchos que están diciendo ‘bueno, pero estos andaban…’. Yo lo que digo es ‘mirá, no tengo claro toda esa historia, no participé, pero no es lo que estamos discutiendo’”, sostuvo Kicillof en Radio con Vos y se centró en el rol que jugó Antonio Brufau entonces titular de la petrolera española y accionista mayoritario de Yacimientos Petrolíferos fiscales: “Él era quien manejaba la compañía. Yo hablaba con él como viceministro”.
“Al momento de charlar sobre la posibilidad de revertir la situación de la compañía, Brufau no hacía mención a esas personas [los Eskenazi] sino que se enfocaba directamente en las decisiones que tomaba Repsol. Me decía ‘mirá, nosotros somos un grupo privado así que invertimos si queremos y si no queremos no invertimos. Desarrollaremos Vaca Muerta o no la desarrollaremos. Eso lo determinamos nosotros”, reveló el gobernador.
Y evaluó: “Tuvieron bastante tiempo desaprovechado. La inversión en exploración y explotación de los recursos fue reduciéndose. La cantidad de equipos utilizados, la producción y reservas también”. “Si iban a hacerlo, lo disimulaban muy bien”, ironizó. Y acotó: “Sí existía un proceso, como me comunicó el propio Eskenazi, el propio Juan José Arangueren -entonces presidente de Shell- y el propio Brufau es que todos estaban viendo cómo hacer para que inversiones extranjeras pusieran a funcionar Vaca Muerta”.
“La recuperación de YPF tiene muchísimas aristas y su pérdida en una privatización ruinosa venía generando una calamidad en el plano energético. Repsol estaba fumándose YPF. Creo que el objetivo final era, con recursos cooptados, desde ingenieros, capacidades y áreas periféricas terminar exportándole petróleo de la Argentina a través de los pozos que empezaban a tener en otros lugares. Querían convertir a Argentina en un importador de energía y de petróleo y gas. Y de hecho, lo estaban logrando“, consignó Kicillof.
Para el jefe provincial, el fallo emitido desde la Justicia de Estados Unidos no solo es “peligroso” e “irresponsable” sino también “sospechoso”: “Acá no es relevante la letra chica de la Ley de Expropiación, ni el desempeño de YPF, estuvieran los Eskenazi o no. No estamos discutiendo eso. Lo que estamos discutiendo es un fallo de una jueza de Nueva York, impulsada por una denuncia de los fondos buitres, cuya adquisición, incluso del juicio, tiene elementos polémicos. Discutimos un fallo que pretende ponerse arriba de la Constitución».
“Una jueza de Estados Unidos no le puede dar una orden al Estado argentino obre un proceso que está contemplado por la Constitución Nacional. Es ilegal por donde lo mires. Es un atropello a la soberanía argentina, a nuestra Constitución, a nuestras leyes, a la inmunidad soberana incluso”, sostuvo.
El gobernador bonaerense concluyó con su aporte a la temática con una mención al presidente Javier Milei, a quien considera como “parte del mecanismo que pone en riesgo a la soberanía energética”.
“Yo no estoy en su cabeza. Pero Milei, en el lugar en el que está, con la responsabilidad que tiene, hoy parecería ser parte del mecanismo que poner en riesgo la soberanía energética, a la empresa más importante del país, que además viene dando resultados a lo largo de diferentes períodos. La quiere romper o regalar. Y YPF no se vende, no se entrega y no se regala. Eso es lo que decimos nosotros”, concluyó.
Como reconstruyó LA NACION, la primera vez que los Eskenazi fueron noticia fue a fines de 2007, cuando el presidente Néstor Kirchner sorprendió al mundo petrolero con la elección del grupo Petersen, controlado por la familia Eskenazi, para convertirse en el socio local de la española Repsol en YPF.
A pesar de que de un día para el otro se convirtieron en uno de los dueños de la entonces mayor empresa de la Argentina (YPF en ese momento estaba muy lejos de perder el liderazgo en manos de Mercado Libre), los Eskenazi prácticamente no contaban con ninguna experiencia en el negocio de la energía.
El grupo venía de dos otros dos rubros:la construcción y las finanzas. Enrique Eskenazi -el hombre que fue el encargado de desarrollar y liderar todos los negocios de la familia hasta su muerte en enero de este año- era ingeniero químico de profesión y, después de recibirse en la Universidad Nacional del Litoral y completar sus estudios en EE.UU, sus primeros pasos en el mundo corporativo los dio en el grupo Bunge & Born. En 1980 ingresó como gerente en la constructora Petersen, Thiele & Cruz SA y, al poco tiempo, el ingeniero logró dar el salto de ejecutivo a dueño y se convirtió en accionista controlante de la constructora.
A partir de la década del 90, ya al frente de su compañía, Eskenazi padre lideró un proceso de transformación y expansión de sus negocios incursionando en otros sectores estratégicos, como el de los servicios urbanos, la agroindustria y el sector financiero, lo que derivó en la conformación de un holding de negocios. Llamativamente, para bautizar al grupo, el empresario no eligió ponerle su apellido y, en cambio, optó por el de uno de los socios fundadores a los que les había comprado la constructora.
Su salto a las ligas mayores de los negocios, llegó en 2008, cuando el grupo español Repsol le vendió un 14,9% de las acciones de YPF a instancias de Néstor Kirchner y sin que los Petersen tuvieran que hacer prácticamente ningún desembolso.
La relación de Eskenazi con la familia Kirchner se había iniciado a mediados de los 90, cuando el grupo se alzó con el control del Banco de Santa Cruz, a cambio de un poco más de US$10 millones, que en ese momento enfrentaba una delicada situación financiera. Su ingreso al mundo financiero se había concretado unos años antes, cuando en 1995 compró el Banco de San Juan. “Kirchner nos respeta porque sabe que le agarramos un banco que estaba hecho puré y hoy da dinero”, solía repetir Eskenazi, según consignan Pablo Fernández Blanco y Esteban Rafele en el libro Los patrones de la Argentina.
El vínculo cercano con la administración kirchnerista de la provincia le abrió las puertas a otros negocios y rápidamente se convirtieron en uno de los mayores contratistas de la obra pública en Santa Cruz. Ya con Néstor Kirchner en la Casa Rosada, el grupo siguió sumando bancos provinciales y se alzó con el control del Nuevo Banco de Santa Fe y el Banco de Entre Ríos, y en forma paralela fue ingresando a otros negocios como los seguros (son dueños de la compañía Qualia), los servicios de parquizaciones (Mantenimientos y Servicios) y el vino (con la bodega sanjuanina Santa Sylvia), que hoy están en manos de Sebastián y Matías Eskenazi, de los cinco hijos que tuvieron Enrique Eskenazi y su mujer Hazel Sylvia Toni Storey.
Para financiar la compra de YPF, Petersen Energía -una sociedad conformada en España y controlada por el grupo argentino- recibió un préstamo de US$1018 millones de un consorcio de bancos internacionales y otro por US$1015 millones de Repsol, en un esquema conocido como “vendor’s loan”, mientras que los Eskenazi pusieron un poco más de US$100 millones.
Para cancelar el préstamo con Repsol, los españoles le permitieron a la familia que fueran usando hasta el 90% de las utilidades de la petrolera. A la hora de explicar la operación, el entonces presidente de Repsol, Antonio Brufau, dijo que Eskenazi había sido elegido “por su experiencia en mercados regulados”.
En 2011, el grupo Petersen sumó un 10% adicional de YPF, aunque un año después el gobierno de Cristina Kirchner decidió avanzar con la estatización de la petrolera. Esta medida fue el puntapié inicial en el juicio que hoy tiene la Argentina con Buford Capital, el fondo que compró a la justicia española la quiebra de Petersen Energía y con ella los derechos a litigar contra la Argentina