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sábado, agosto 16, 2025

Javier Milei y las ideas insultantes

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1 En la semana que termina, Javier Milei se negó a retirar un posteo en X en el que se mencionaba al niño con autismo de 12 años (conviene reiterar la edad: 12 años), Ian Moche. Los abogados del Presidente adujeron que es una “cuenta personal” y calificaron la demanda de Moche sobre él como un intento de “cultura de la cancelación”. Negó que “el interés superior del niño habilite restringir la libertad de expresión política en el marco de un debate público legítimo”. Para el Presidente, un niño de 12 años autista es un “activista”. O sea, representa algo así como un peligro.

2 El dato, que revelaría algo de la personalidad y del estilo presidencial ya de por sí inquietante, debería situarse en un contexto superior. El repudio de la discapacidad es, una vez más, parte de la ideología del Gobierno. Poner foco en la discapacidad representa un problema para las ultraderechas.

3 Según Chequeado.com, la Ley de Emergencia en Discapacidad que impulsó Daniel Arroyo y que contó con el apoyo de varios diputados tenía objetivos concretos: regularización de pagos y actualización de aranceles y reforma del sistema de pensiones no contributivas, entre otras cuestiones. Una ley con costo mínimo en el presupuesto (0,3% del PBI, según informó PERFIL el sábado pasado) no representa un problema fiscal. El problema es político, ideológico. Y tiene bases históricas.

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4 Michel Foucault fue el primero entre los filósofos que habló de biopolítica. Lo hizo en los setenta, cuando empezó a analizar el sentido del Estado. Para Foucault, somerísimamente, la biopolítica sería la manera de gestionar y regular la vida de las personas por parte de los Estados. Hay algo orgánico en los Estados más allá de las individualidades en las que actúa el poder

5 Roberto Espósito fue otro filósofo que analizó la cuestión de la biopolítica. Uno de los conceptos claves para entenderla es el de comunidad. Una comunidad, tal como analizara también otro pensador, Jean-Luc Nancy, es aquello que reúne lo común que hay en las sociedades. Sería el sustrato ontológico que permite los vínculos que hacen posible la convivencia. Esa idea de comunidad es una idea que está tan lejos del anarcocapitalismo como de los autoritarismos del siglo XX, dos referencias intelectuales de la actual gestión.

6 La discapacidad interpela desde el comienzo de la historia la idea de comunidad. El investigador Marcelo Capagno, en el libro La discapacidad desde la perspectiva de las humanidades, explica que “los recién nacidos eran examinados por un consejo de ancianos que determinaba su aptitud: si se los consideraba aptos, entonces habían realmente nacido como humanos, y si no eran aptos, se los arrojaba desde la cima del monte Taigetos, y nunca habían sido humanos. Ahí hay un criterio de definición de humanidad bien visible, bien marcado: si la criatura pasa el examen, es humana; si no lo pasa, no es humana. Hay criterios que definen taxativamente esta cuestión. Por supuesto, esos criterios pueden variar radicalmente entre distintas sociedades”. Campagno explica que, dentro de la misma comunidad, los lisiados de la guerra eran venerados. Quienes perdían una pierna en la batalla no perdían su condición humana. Y allí se abre una perspectiva, las sociedades se hacían cargo.

7 Eugenesia es casi la perspectiva opuesta: el experimento por el cual un grupo humano tendría la posibilidad también de descartar a algunos desde el origen. El siglo XX lo tuvo en el nazismo. En la página del Museo del Holocausto se explica: “Rudolf Hess, el segundo en el mando después de Hitler, afirmó que el nazismo era ‘biología aplicada’. (…) Las medidas de la salud pública para controlar la reproducción y el matrimonio estaban destinadas a fortalecer el ‘cuerpo nacional’ eliminando los genes de la población que representaban una amenaza biológica”. Y también: “Haciéndose eco de los continuos temores eugenésicos, los nazis pregonaron las advertencias de la ‘muerte nacional’ planteadas por los demógrafos e intentaron revertir la tendencia de la caída en la tasa de nacimientos”. La Ley de Salud Marital de octubre de 1935 prohibió las uniones entre “saludables por herencia” y personas consideradas genéticamente ineptas. Casarse y tener hijos se convirtió en un deber nacional para los “racialmente aptos”. Hitler proclamó en un discurso pronunciado el 8 de septiembre de 1934: “En mi estado, la madre es el ciudadano más importante”. En 1936, se estableció la Oficina Central del Reich para Combatir la Homosexualidad y el Aborto, con el fin de redoblar los esfuerzos para la prevención de actos que obstaculizaran la reproducción. Heinrich Himmler afirmó: “Un pueblo de buena raza con pocos hijos tiene un boleto de ida hacia la tumba”.

8 Los ecos de aquella experiencia resuenan en cosas que se dicen hoy en el mundo. Las ultraderechas hablan de gran reemplazo en Europa. Basta leer los discursos de quienes rodean a Donald Trump para encontrarse con ideas parecidas. La actitud respecto de Ian Moche puede insertarse perfectamente en la misma genealogía. Una vez más: no solo se trata de ética. El problema es ideológico. Insultar no solo consiste en proferir malas palabras. Sobre todo es un reflejo de ejecutar malas ideas.

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