Maximiliano Pullaro y Martín Llaryora usaron el escenario de Experiencia Idea en la Bolsa de Comercio de Rosario como kilómetro cero de la campaña. El núcleo del mensaje de los gobernadores es construir una alternativa no anti-Milei sino pos-Milei. No oponerse, superarlo.
El recorrido del tren de Provincias Unidas tiene tres fases diferenciadas. Uno, la campaña. Dos, el 2026. Tres, el todavía lejano 2027, cuando quieren poner a uno de los suyos en el sillón de Rivadavia. Cada etapa mezcla dosis de tensión y cooperación con Milei.
De acá a octubre, los gobernadores buscarán mostrarse como un espacio de gestión, enfocado en resultados. Una opción diferente respecto a dos dogmas: Estado XXL y Estado mínimo, encarnados en el kirchnerismo y los libertarios.
Lejos de las cruzadas culturales, los jefes provinciales quieren plantearse como la voz del sentido común y la sensatez. “No nos oponemos ni por ideología ni por capricho. Somos una alternativa a esta gestión que se olvidó del federalismo”, dicen en el entorno más próximo a Pullaro.
Frente a una elección que se encamina a organizarse alrededor de la pregunta Milei sí o Milei no, los gobernadores de Provincias Unidas se plantean la difícil tarea de cambiar el eje de rotación del debate y llevarlo al terreno de interior productivo versus Buenos Aires.
A esa receta, cada gobernador le pondrá su propio condimento, en función de la realidad local. Por ejemplo, Llaryora se permite criticar con más fuerza a Milei porque en el ecosistema político cordobés el kirchnerismo político es una especie en extinción y necesita atraer a esos votantes, en disputa con Natalia De la Sota.
Es una situación diferente a la de Santa Fe. Pese a su dispersión y las peleas entre dirigentes, en la provincia el kirchnerismo conserva un nicho de votantes. Según la última encuesta de la consultora GyC, liderada por Germán Esponda, un 31% de los santafesinos se muestra dispuesto a acompañar a candidatos referenciados en Cristina Kirchner, aunque ninguno de ellos retiene todos los votos.
Por eso Pullaro sale con fuerza a pelear el voto antikirchnerista con La Libertad Avanza. Otra vez, el gobernador se pondrá al hombro una campaña. “Maxi va a tirar del carro. Si lo hizo por Carolina (Labayru) imaginate lo que va hacer por Gisela (Scaglia)”, dice un aliado que está en la mesa de decisiones de Unidos.
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Más allá de que se trata de una elección nacional, con la vicegobernadora al frente de la boleta, la elección también será una suerte de plebiscito de la gestión provincial.
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Desde la Casa Gris adelantan que es muy probable que Pullaro, Llaryora y el chubutense Ignacio Torres compartan actividades de campaña, para fortalecer la idea de un armado común y con proyección a la elección presidencial.
El juego de los gobernadores a partir de diciembre
Puertas adentro todos mirarán los resultados de las provincias en que compiten bajo el mismo paraguas. Según los números, alguno de los gobernadores podría emerger en octubre como un primus inter pares del armado, todavía en construcción.
La clave será cómo metaboliza Milei el resultado. Un presidente eufórico podría alimentar expectativas de cambios, pero si no construye alianzas el resultado será magro. Los cambios que introdujo Milei son reversibles por decreto o una mayoría circunstancial en el Congreso, lejos de la profundidad que alcanzó Carlos Menem.
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En este marco, los gobernadores quieren sumar masa crítica al período que se abre a partir de diciembre. Sin embargo, con el desgaste del ejercicio de poder, la ventana de oportunidad se va cerrando.
El ímpetu transformador muta en administración, sobre todo si la economía obliga a Milei a decisiones costosas. “Las reformas que no hiciste el primer año difícilmente puedas hacerlas más adelante”, dice un pullarista paladar negro.
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Por eso el jefe de la Casa Gris aceleró en 2024 con las modificaciones en seguridad, la Caja de Jubilaciones y la Corte Suprema y logró abrir el candado de la reforma constitucional.
La cocina de la Constituyente: concesiones y negociaciones
En estos días la Convención Constituyente atraviesa un punto crítico. Las comisiones pulen las piezas de la nueva Carta Magna, luego la comisión Redactora armará el rompecabezas y por último el pleno validará el nuevo diseño del poder en la provincia.
El dictamen de Unidos en la comisión de Poder Legislativo y Poder Ejecutivo, fruto de una ardua discusión en el oficialismo, dejó fuera los DNU para el gobernador pero incluyó en una cláusula transitoria la posibilidad de que Pullaro y Scaglia compitan por la reelección. Es negociación de manual: se plantea una demanda de máxima para ceder a cambio de un objetivo más importante.
El dato es el acompañamiento del bloque de Amalia Granata al dictamen de Unidos sobre las atribuciones del gobernador y la Legislatura. La diputada celeste cuenta en sus filas a abogados como Emiliano Peralta y Silvia Malfesi, que toman esta Constituyente como una oportunidad única y no quieren quedar en la historia como opositores seriales.
Además, Granata salió golpeada de la ofensiva contra Locomotora Oliveras, que continuó incluso cuando la exboxeadora peleaba por su vida en el hospital Cullen, y juega a diferenciarse de La Libertad Avanza, que ocupa el lugar de rechazo intransigente a la reforma.
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El cierre de alianzas descomprimió la interna en Unidos, aunque las diferencias persisten. En varios campamentos de la coalición apuntan al socialismo. Por lo bajo, al PS le critican tanto su visión de la ingeniería institucional de la provincia como el rol que asumen en el proceso.
“Se sienten los Alfonsín que vienen a salvar la reforma. Tienen que darse cuenta de que los tiempos cambiaron y hay que adaptarse, no podés pensar en un sistema parlamentario”, plantea un dirigente radical.
En el semáforo interno de Unidos aparecen en rojo salud, educación y la cuestión religiosa. Son temas simbólicos, pero en los que chocan miradas del Estado y la sociedad. El encuadre que se plasme en la Constitución dará el marco para futuras leyes y políticas gubernamentales.
Más compleja resulta la discusión por el rol del Ministerio Público de la Acusación, si la designación del fiscal general se sincroniza con la elección del gobernador y cuál es el mecanismo para la selección y remoción de jueces y fiscales. No es casualidad que el dictamen de la comisión de Poder Judicial y otros Órganos Constitucionales haya quedado para el final.
“Todo está en proceso de maduración y maceración. Todo se mira integralmente, no son cuestiones aisladas. No se puede lotear, es un nuevo esquema institucional”, dice un radical con un rol clave en la Constituyente.
Más allá de los tironeos entre los socios de Unidos, el cierre ordenado de la alianza santafesina contrasta con la anarquía del peronismo y la incertidumbre de La Libertad Avanza, que enfrenta su primera elección de medio término.
El desgaste libertario
A dos meses de las legislativas, Milei está lejos del desfile triunfal que imaginaba pocos meses atrás. En julio el dólar subió 13 %, la inflación creció por segundo mes consecutivo y la de alimentos se triplicó.
Hasta la city desconfía. Toto Caputo fracasó en su colocación de deuda, otorgó súper tasas de interés y aumentó los encajes para que la gigantesca bola de 5.9 billones de pesos que quedó fuera de la licitación no vaya al dólar.
Como Carlos Reutemann en el gran premio de Fórmula 1 de Argentina de 1974, la máquina del gobierno muestra fallas y Milei se va quedando sin nafta antes de un triunfo seguro.
A diferencia del Lole, que sufrió un desperfecto mecánico, en este caso se revelan problemas en la conducción, también en el terreno político.
A Milei le cuesta recuperar la iniciativa y controlar la agenda. La crisis del fentanilo es un agujero negro en el relato libertario. La corrupción cuesta vidas, pero el abandono del Estado también.
El gobierno marcha hacia octubre en un proceso de desgaste en su vínculo con la sociedad. No terminal, pero sí constante. “Se agota la paciencia de los que están mal, se le están yendo votantes por goteo”, dice un consultor que presta servicios en Unidos.
El armado del frente de los gobernadores es tanto una consecuencia del relajamiento por arriba del gobierno como una señal del cambio del clima social por abajo.