La propietaria del local, ubicado en Pellegrini al 2500, denunció el hecho y realizó un fuerte descargo en redes sociales. «Duele no poder creer en la gente», expresó.
3 de septiembre 2025 · 16:35hs
«Duele no poder creer en la gente», dijo la dueña de la cafetería Sophie’s Patisserie después de haber sido víctima de una estafa. Según relató, ocho jóvenes se reunieron en el bar, ubicado en Pellegrini al 2500, merendaron y pagaron con una transferencia que resultó ser falsa.
Sophie’s Patisserie abrió sus puertas hace un año en un antigua casona ubicada en avenida Pellegrini 2520. El bar es una casa de té que ofrece meriendas y desayunos y cuyo fuerte es la pastelería. El martes a la tarde, ocho chicos fueron al local, probaron las distintas tortas y, cuando llegó el momento de pagar, lo hicieron mediante una transferencia que mostraron a la dueña que, además, los había atendido.
Sin embargo, resultó que el pago no había sido realizado. Al darse cuenta que el dinero no había llegado, desde el bar intentaron comunicarse con los chicos y, desde la cuenta de Instagram del local, subieron una foto de la mesa en la que habían estado y escribieron: «Si estuviste en esa mesa hoy a la tarde escribime, es importante. Muchas gracias». Lo cierto es que nadie apareció.
«Fui estafada. Un grupo de ocho chicos se sentaron en esta mesa, bien podrían haber sido mis hijos por la edad que tenían. Los atendimos y se fueron todos contentos», comenzó diciendo Alejandra, la dueña del local, en un video compartido en redes sociales.
Según contó, a la hora de pagar, una chica le mostró una transferencia que en realidad no había hecho. «Es la segunda vez que me pasa. La primera vez me lo hizo una sola persona», recordó.
«Por supuesto que jode en esta época, son ocho meriendas menos que servimos y no pagaron. Pero me duele en el alma. Lo que más jode es no poder creer en la gente. Mi cara no es actuada, esto no es un video actuado, lo estoy filmando yo», lamentó.
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«Les deseo a los comerciantes que revisen las transferencias, chequeen que les lleguen y a los clientes, por favor, no se enojen cuando uno pide el comprobante. Es horrible que pase esto, una está trabajando todo el día y se abusen así».
«Es como si te embromara tu propio hijo. Uno los ve y te das cuenta que son chicos. ¿Qué les pasa?, ¿Qué están aprendiendo? ¿Qué valores tienen? Duele», concluyó la dueña.
Por supuesto los mensajes de solidaridad no tardaron en llegar y la publicación se llenó de comentarios de apoyo y cariño.