El uso de la tecnología, con el celular como elemento de preferencia, genera un debate de tiempos modernos. Y aunque existen miradas dispares, una escuela de Santa Fe resolvió esta polémica con una contundente medida: celulares, ¡afuera! A dos años de su implementación, evaluó los cambios y mostró interesantes resultados.
El proyecto de el Centro Educativo Jerárquicos consiste en desconectar a los estudiantes de 1° a 5° de las pantallas, para conectarlos con las clases, con los docentes y sus propios compañeros. Los adolescentes llegan a la institución dejan los celulares en casilleros que están bajo llave y recién los recogen cuando se retiran. En el medio, se dictan clases, se llevan actividades pedagógicas alternativas y hasta se desarrollan los recreos, donde los jóvenes juegan, interactúan y tienen su momento de esparcimiento sin celulares cerca.
Se lleva a cabo desde 2023, pero en los últimos días presentaron el balance de la medida y los resultados positivos tanto en las libretas como en los comportamientos. Para esto mostraron una encuesta realizada a profesores y alumnos y su familias.
Las preguntas fueron respondidas por 121 estudiantes y sólo el 26,4 % de los alumnos respondió que estuvo de acuerdo con la medida implementada años atrás, es decir, que el 73,5 % estuvo en parcial o total desacuerdo, entre sus justificativos, decían percibir al celular como una “herramienta valiosa para el aprendizaje” y que su restricción “dificulta la realización de tareas”.
De todas formas, a pesar de no tener una mayoría de aceptación, casi el 72 % respondió que consideró como positiva la medida ya que afirmaron mejorar su concentración en clases y su rendimiento escolar, además creció la relación entre compañeros.
No obstante, en el Centro Educativo Jerárquicos sí se utiliza el celular, cuando la profesora lo dispone y con fines pedagógicos: “Buscamos alternativas que no sea solamente un uso más restringido, sino que su uso sea más significativo”, apuntó Jorge Saccone, director de la institución, en diálogo con LT8.
>> Leer más: Cada vez más escuelas secundarias limitan el uso del celular en las clases
La implementación de esta medida se dio luego de detectar un caldo de cultivo para la distracción, pero previamente se tuvo que lograr un “acuerdo institucional y de un uso pedagógico del celular”, agregó Saccone, ya que son una generación de alumnos tecnologizados. Sin embargo, “la escuela necesita momentos de desconexión para darle lugar al trabajo intelectual. Estamos en un lugar de trabajo: los docentes dando clases y los estudiantes aprendiendo».
Celular sí, celular no: alumnos
La participación en la encuesta consiguió una alta aceptación de los adolescentes de 13 a 16 años, aquellos alumnos que recién ingresaban al sistema secundario o los que están por graduarse fueron los valores más bajos de las respuestas.
Como muestra el informe, poco más del 70 % de los alumnos no apoyaron la medida desde su origen sosteniendo que su uso era necesario para el aprendizaje por la facilidad de acceso a la información, el uso del campus virtual o la realización de trabajos, en el marco de las escuelas cada vez más tecnologizadas. “Investigaciones recientes destacan que, si bien el uso excesivo puede ser perjudicial, el uso moderado y con fines pedagógicos puede mejorar el rendimiento académico y el acceso al conocimiento (PISA, 2024)”, reconoció el informe de la escuela.
También advirtieron dificultades para la comunicación u organización familiar, en concreto, preocupación recurrente a la “falta de contacto con el exterior” y una sensación de aislamiento durante las 8 horas de cursado. Otro puñado de respuestas entienden al celular como “propiedad privada” y su restricción como una “intromisión».
Por otro lado, los alumnos reclamaron su uso en momentos de “ocio, esparcimiento y tiempo libre en recreos”. Saccone reveló que “en momentos o días particulares, como el del Estudiante, el celular es de uso libre”.
Pero el mismo porcentaje que lo rechazó, reconoció los beneficios de esta implementación para la concentración dentro del aula y una mejor conexión con sus compañeros. Otros señalaron que perdieron ese comportamiento de estar “pendiente del celular” y además mejoraron su comportamiento en la escuela.
El 21,1 % de los estudiantes aseguró que esta medida lo llevó a pensar “nuevas formas de entretenimiento” como jugar a las cartas; un 31,5 % se sumó a actividades de socialización o deportivas.
De todas formas, el 44,2 % de los alumnos no ven al celular como responsable de su desempeño escolar. A esta postura, el directivo la contradijo al decir que hubo «una mejora académica, sobre todo en alumnos que tenían problemas de atención. Si vos analizas los últimos tres años de las notas de los alumnos con mayor dificultad de concentración en clases mejoraron las notas finales de los trimestres mejoraron y también la nota conceptual de sus docentes mejoraron”.
Celular sí, celular no: docentes
El 95 % de los docentes de la Escuela Secundaria de Jerárquicos de Santa Fe estuvo de acuerdo con la medida y el resto respondió que “tal vez” estén a favor de quitar el celular del establecimiento argumentaron que lo utilizan como un recurso pedagógico. Ninguno rechazó la iniciativa por completo.
Para los docentes también fue un cambio en sus clases: el 41,9 % aseguró observar una mayor atención por parte de los estudiantes en clases, el 25,6 % destacó un cambio positivo en las actitudes de los cursos y el 14% hizo hincapié en una mejor predisposición para los trabajos áulicos.
Informe Centro Educativo Jerárquicos Santa Fe
El cuerpo docente de la institución subrayó que el uso excesivo de celulares impactaba negativamente en la atención de los alumnos, interrumpía las clases y incrementaba el tiempo dedicado a actividades no académicas.
Celular sí, celular no: familias
Así como alumnos y profesores, las familias parte de la institución respondieron un cuestionario siendo que el 88,3% se mostró a favor de restringir el uso de los celulares. Un 8,1 % fue indeciso y un 3,6 % planteó un acérrimo rechazo.
Al igual que sus hijos, entendieron al celular como herramienta para comunicarse y como herramienta pedagógica, pero sumaron al “fomento de la autorregulación” como un rol de la escuela.
Un cuarto de las familias consideró un mejor comportamiento de los alumnos en su vida cotidiana por fuera de la institución. Mientras que el 18,3 % dijo que la restricción del celular en la escuela no aportó ningún cambio en los adolescentes.