Este miércoles, en un acto realizado en la escuela Juan Vucetich, el gobernador Axel Kicillof anunció una inversión de $ 170.000 millones destinados a fortalecer a la Policía Bonaerense a través del Fondo de Seguridad. Lo hizo rodeado de patrulleros relucientes, que serán repartidos en diferentes distritos de la provincia.
El destino del dinero del Fondo tiene un esquema de reparto que varía de acuerdo al tamaño de cada partido, dividiendo los distritos entre los de más de 70.000 habitantes y los de menos. Cada intendente deberá destinar un 60 % de lo recibido a la compra de patrulleros, un 20 % a “equipamiento” y el 20 % restante a “gastos corrientes”. Parte de ese fondo ya fue usado por el gobierno provincial para comprar 750 móviles, que distribuirá entre las intendencias que adhieran al acuerdo.
El acto de adhesión a ese reparto de fondos, del que participaron 104 intendentes, estuvo precedido por la ceremonia de jura de mil cien nuevos oficiales de la Bonaerense, a los que se sumarán (según anunció Kicillof) otros mil trescientos en abril. El Gobernador se vanaglorió de que, desde diciembre de 2019, su gestión ya le aportó la fuerza represiva 13.000 nuevos oficiales.
Entre el centenar de jefes comunales, en primera fila estuvieron Julio Alak, Jorge Ferraresi, Mayra Mendoza, Federico Otermín, Mariel Fernández, Mario Secco, Juan José Mussi, Jorge Nedela, Gustavo Menéndez, Julián Álvarez, Gastón Granados, Andrés Watson e incluso opositores filomileístas como Guillermo Montenegro. También hubo legisladores de las diferentes alas del peronismo y buena parte de la jerarquía policial.
Uno de los objetivos de Kicillof fue, además de anunciar las “inversiones”, lograr tener 104 fotos junto a los intendentes. Es decir, el 107 % de los 135 municipios de toda la provincia. Un mensaje de “unidad” con propios y extraños, cuando aún la campaña electoral es incipiente pero ya es sabido que tendrá al territorio bonaerense como principal campo de batalla en su disputa con el gobierno nacional.
Otro de los objetivos fue mostrarse comprometido con la agenda securitaria y punitivista, ante recientes cuestionamientos provenientes de parte de los sectores medios (azuzados por las campañas de las grandes empresas periodísticas). De hecho, el Gobernador dedicó largos pasajes de su discurso a rebatir las acusaciones de Javier Milei y Patricia Bullrich sobre su “descuido” de la “seguridad” de las y los bonaerenses.
Los “esfuerzos” de Axel
Previo a Kicillof, en el acto habló su ministro de Seguridad, Javier Alonso. Pese a ser un digno heredero de Sergio Berni, hoy es uno de los funcionarios más criticados por la derecha. Buscando contrarrestar las críticas, dijo que el Gobierno está “manteniendo el delito a raya” e incluso “hay delitos que han bajado mucho”. Y agradeció a los intendentes. “No podríamos hacer lo que hacemos sin el apoyo de ustedes”, les dijo con cariño, y destacó que todos están “haciendo un esfuerzo frente a situaciones económicas muy difíciles que repercuten en la convivencia con la inseguridad”.
Luego, cada uno de los 104 intendentes pasó a firmar la adhesión de sus municipios al Fondo de Seguridad. Cada firma tuvo su foto y abrazo correspondiente con el Gobernador y el ministro. Luego Kicillof quedó solo frente al micrófono y habló por casi 40 minutos.
Arrancó por los “logros” de su gestión en la materia. Sobre la Vucetich dijo que “se han hecho enormes inversiones en la Escuela de Policía, en el sector de salud, en el comedor y en la parte de capacitación y formación. Forma parte de un plan de inversión estructural, histórico, en materia de seguridad en la provincia”. Destacó la creación de “una universidad policial” y de haber “recuperado” a más del 10 % de la fuerza “que estaba en la calle” y “se había perdido” durante la gestión de María Eugenia Vidal.
Según sus palabras, con el Fondo de Seguridad se alcanzó “una inversión sin precedentes en patrulleros”. Dice que Vidal dejó “790 patrulleros solamente en el conurbano bonaerense, buena parte de ellos con más de un millón de kilómetros de rodaje. Recibimos un depósito de chatarra. Hacía falta un proceso permanente y constante de inversión para recuperar el parque automotor de la Policía de la Provincia”.
Entre 2019 y 2025 el gobierno de Unión por la Patria ya le aportó a la “maldita policía” un total de 6.600 móviles, entre autos y camionetas 4×4, mil motos BMW de alta cilindrada importadas de Alemania y una millonaria inversión en el sistema de AVL para geolocalización de los patrulleros.
“Me animo a decir que nunca más en la provincia de Buenos Aires va a haber zonas liberadas, nunca más”, afirmó Kicillof en referencia a la aplicación de ciertos avances tecnológicos en móviles y comisarías. A veces, de la ingenuidad al cinismo hay un paso muy corto. ¿Quién puede creer seriamente que las “zonas liberadas”, basadas en profundos pactos político-policiales con el gran delito, pueden desactivarse con un costoso chip y un doble clic en una pantalla?
La definición del mandatario provocaría carcajadas si no fuera porque habla de temas por demás sensibles. Y porque, encima, su gestión no se caracteriza precisamente por castigar a los uniformados que torturan, matan y hasta hacen desaparecer personas.
Entre 2019 y 2025 su maldita policía se cargó a jóvenes y trabajadores como Facundo Castro en Bahía Blanca, Francisco Cruz en Florencio Varela, Lucas Verón en San Justo, Brandon Romero en Mar del Plata, Daiana Abregú en Laprida, Alejandro Martínez en San Clemente, Luciano Olivera en Miramar, Lolo Regueiro en La Plata, Matías Paredes en Mar del Plata y muchos más. En cinco años de kicillofismo, la misma práctica de décadas anteriores. Y siempre el mismo pacto de encubrimiento entre comisarios, jueces, ministros y gobernadores.
Curiosamente, Kicillof no sólo acusó a Vidal, sino a muchos “gobiernos de la provincia que se llenaron la boca hablando de seguridad pero no invirtieron un peso, sino que achicaron, redujeron, desprestigiaron y diezmaron a nuestra fuerza policial”. Pensar que más de uno de los que lo aplaudían fueron aliados y hasta funcionarios de los gobernadores peronistas Scioli, Solá, Ruckauf y Duhalde. Por las dudas, aclaró que pese a todos los esfuerzos siempre “hace falta mucha más inversión en seguridad”.
Disociaciones
En su discurso, Kicillof se ocupó especialmente de desvincular la llamada “inseguridad” de la grave crisis económica y social en la que se sumergen, desde hace décadas, millones de bonaerenses, particularmente en las barriadas del conurbano. Allí donde, justamente, la Policía tiene una participación directa (por asociación o encubrimiento) con el gran delito y, a la vez, somete, extorsiona y descarga su furia represiva contra la población más vulnerable.
Apenas rozó el tema al decir que es necesario “un trabajo previo para evitar que se produzcan los delitos, para que no se generen las condiciones en las cuáles a nuestra sociedad le surja la pulsión de cometerlos”. En esa línea, coqueteó con la campaña de la ultraderecha empecinada en bajar la edad de imputabilidad hasta límites insoportable.
Habló de esfuerzos redoblados “en materia de niñez, de adolescencia pero, sobre todo, de acompañamiento, control y vigilancia de aquellos jóvenes que cometen un delito una vez y que, luego de ser castigados, tienen la predisposición de volverlo a cometer”. Y les dijo a los intendentes que pronto los convocará “para reforzar la tarea con los delitos que cometen los menores”. Música para los oídos de Bullrich y sus Ley de Reiterancia.
Kicillof sólo habló de la crisis para remarcar que “el problema del empleo, de la caída del consumo y las ventas se ha agravado muchísimo en el último tiempo”. Es decir, por las políticas de Milei, Caputo y sus secuaces. Y afirmó que hay “niveles de violencia que vienen subiendo” producto de “discursos violentos que emanan de las más altas altas autoridades”.
Semejante disociación entre el diagnóstico y las políticas propias sólo se explica por la necesidad de eludir toda responsabilidad en el desarrollo de la crisis. Si Milei avanza sobre las condiciones de vida de toda la población, en la provincia los políticos locales aprovechan para ejecutar sus propios ajustes y desinversiones en áreas tan sensibles como salud, educación, vivienda e infraestructura.
Las no prioridades
La catástrofe de Bahía Blanca, que conmocionó al país por los efectos devastadores de la inundación, es fiel reflejo de una desinversión añeja en obras esenciales para evitar tanta destrucción de vidas y bienes. Para conocer más sobre este caso, podés ver nuestra edición del programa Contrastes Bonaerenses , de reciente emisión. Pero hay otras desinversiones menos impactantes, aunque igual de sistémicas.
Kicillof habla de violencias a prevenir. ¿Pero no es violento extorsionar a miles de docentes con descontarles el día si se animan a parar por sus reivindicaciones? Huelga decirlo, pero se trata de salarios miserables para la subsistencia. Precisamente, si deciden parar es porque reclaman una mejora de sus condiciones de vida. Y, por ende, de poder ejercer mejor la docencia.
“El ajuste en la educación pública de la provincia salta a la vista por muchos lados”, dice María Díaz Reck, docente de escuelas secundarias de La Plata. Ella es parte de la Agrupación Marrón de Suteba , que integra a su vez la Lista Multicolor opositora a la burocrática Celeste de Roberto Baradel. Distingue la desinversión de Kicillof tanto en infraestructura, como en cargos docentes y en salarios.
“En marzo hubo escuelas que empezaron con horario reducido porque no estaban dadas las condiciones para dar clases normales. Por ejemplo en la Escuela de Artística, ubicada a ocho cuadras de la Gobernación, estuvieron sin agua bastante tiempo”, grafica la docente. “Casi no se habla de esos temas, pero es super importante, porque se pierden muchos días de clase por responsabilidad de los gobiernos provincial y municipal, en este caso de Alak”, sentencia.
Hace un mes en la región de la capital bonaerense el Ministerio de Educación anunció que daría de baja casi 300 cargos de maestras y maestros que llevan años dando apoyo escolar en escuelas públicas. “Su situación siempre fue precaria, pero son docentes que cumplen un rol muy importante en cursos de primaria muy numerosos o atendiendo a chicos y chicas con dificultades”, remarca Díaz Reck. La conducción de Suteba hizo poco y nada por ellos.
A nivel salarial, la situación es calamitosa. Tras años de paritarias que no recuperan lo perdido por la inflación, hoy ser docente bonaerense es sinónimo de no llegar a fin de mes. “Para cubrir una canasta familiar se necesitan conseguir dos y hasta tres cargos, eso implica estar hasta doce horas por día frente al aula, algo que no se sostiene y explica por qué tantas compañeras y compañeros terminan con estrés, síndrome de burnout y otras complicaciones”.
Kicillof corre tras la agenda de Bullrich, aumenta inversión en policías y patrulleros mientras ajusta educación y salud. Lo único seguro con sus prioridades es que aumenta la precariedad de la vida de las mayorías en PBA. pic.twitter.com/nMCN0rM0aV
— Nathalia Gonzalez (@NathiGonzalezS) March 26, 2025
Cuánto contrasta el ajuste constante sobre la educación pública con la multimillonaria “inversión” en pertrechos represivos que el Gobernador celebra rodeado de intendentes y patrulleros deluxe. Este diario no pudo confirmar si en el acto de la Escuela Vucetich estuvo Baradel. Tampoco puede descartarlo.
Kicillof no ajusta en el área represiva, pero sí en educación. Pese a ello, Baradel milita su mismo proyecto político. Y no sólo a título personal. También puso el sello de Suteba en la lista de adherentes al Movimiento Derecho al Futuro (MDF) que lanzaron en febrero. Semejante opción electoralista la tomó, lógicamente, sin consultar a las bases de su sindicato. Cuando algún desprevenido pregunte qué es la burocracia sindical, ahí tenés un buen ejemplo.