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lunes, abril 7, 2025

Liberación o dependencia

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Todo lo positivo que nos podía traer el Pato Donald (aun cuando se vaya a dormir y no nos dé la foto) puede escurrirse como agua entre las manos en un mundo de alta turbulencia, al nivel de la aparición de la pandemia hace cinco años atrás. La actitud del gobierno de Milei de iniciar negociaciones rápidas puede ser un aliciente para calmar nuestras aguas, pero eso no es todo. La economía planetaria puede haber entrado en una fase de alta inestabilidad que afecte a la Argentina, más allá del comercio exterior con EE.UU. ¿Recesión? ¿Caída de precios de nuestros commodities? ¿Fly to quality? ¿Vecinos que devalúan para mantener su competitividad? Nada de todo eso son buenas noticias.

Cuando gana la incertidumbre, pierden las proyecciones de inversiones y la rentabilidad de los negocios. Si algo de eso sucediese, ¿puede tener un efecto electoral negativo en octubre para el oficialismo? Mmmm. Sería cauteloso. Cuando las crisis internacionales son tan patentes, los votantes toman nota tarde o temprano, y pueden dispensar errores o consecuencias negativas por responsabilidad ajena.

En todo caso fue una mala semana para el Gobierno, que ya lleva unos setenta días con el paso mayormente cambiado, desde Davos para acá. Todo lo ocurrido con los pliegos de los dos jueces propuestos para la Corte fue un gran vodevil, que concluyó con una derrota innecesaria. Desde el vamos, todo estuvo mal calculado y manejado. El Presidente compró un negocio que le trajo Lorenzetti, a lo que se sumó una idea creativa del asesor estrella para sumar a sus “batallas culturales”. Pero para que estos esquemas funcionen hay que estimar adecuadamente cuál sería la ganancia concreta y percibida por los actores relevantes. Por ejemplo, Cristina.

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¿Por qué CFK iba a aceptar votar a Lijo? ¿A cambio de qué? ¿Con qué garantía de que sus problemas judiciales se podrían resolver en el más alto nivel? Está claro que hubo una negociación en firme, pero que el Gobierno no supo hacerle “una oferta que no podría rechazar”. Había una lista de jueces para negociar, un intercambio de nombres para completar el tribunal, un paquete donde podía entrar la ampliación de la Corte, hasta opciones de Procurador General. Nada de eso funcionó. Ahora la jefa demuestra que domina bastante del bloque, aunque varios senadores “propios” se hayan escapado de control porque responden a gobernadores –Formosa, La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero– o son líberos –Uñac, Manzur, Mendoza, Moisés.

El Presidente utilizó el argumento de que “la casta” frena el cambio que está haciendo en la Argentina. Error: 1) Lijo no tiene buena imagen, 2) todo quedó como un tema de la política, y 3) el argumento de la casta ya está desgastado. Si el oficialismo pensaba que le iba a sacar jugo a esta derrota política, es porque está mirando un mundo que no existe. Tenía varias alternativas para evitar el papelón. Una era negociar un paquete con la expresidenta. Otra era retirar los pliegos. Al final, siempre es preferible reducir daños que perseverar en el error. Las horas previas a la sesión el jefe de Gabinete abrió el paraguas para anticipar que se venía una derrota. Fue el único gesto de astucia política.

La seguidilla de errores tiene un trasfondo estructural. Hace casi dos meses –en la columna “Madame Robespierre”– adelantamos que el famoso triángulo de hierro ya no eran tres, sino que eran dos (los Milei) + 1. Esa fisura se fue profundizando y se podría decir que hoy ya no es un triángulo, sino una vara con dos polos fuertes, separados del tercer elemento. Varios hechos han contribuido al desgaste, desde la interrupción del reportaje al encontronazo como Manes. Karina –el auténtico poder de este gobierno, mientras el Javo juega con planillas de Excel y mira las redes– obturó en Casa Rosada el espacio en donde el joven maravilla hacía off con los periodistas. La voracidad del mago, en todos los aspectos imaginables, terminó por hacer que la hermanísima haya acotado el chat de tres. ¿Cómo se llama la obra? El hilo se corta por lo más fino.

Pero ahí no terminan los problemas internos. A medida que la gestión libertaria fue sumando éxitos económicos y políticos, se empezaron a activar las tribus internas que quieren administrar la herencia, además de Robin Caputo. Uno es Guillermo Francos, con poder de fuego relativo. Otra es la Pato, hábil como pocas en el campeonato mundial de truco. Y como si esto fuera poco, los Menem –otros voraces– están trabajando para un neomenemismo posmileísta (se ve que son gente con visión). Por eso, a la hora de la verdad, “el jefe” decidió homogeneizar los primeros lugares de la lista de candidatos a legisladores porteños, relegando a las mencionadas tribus.

¡Pero que no cunda el pánico! Todos los temores electorales que tiene el león libertario se los puede resolver el desmadre bonaerense entre Cris y Axel. Aunque parezca mentira, cada semana hay que repetir que la tensión está peor que nunca (o sea, incrementada respecto a los siete días previos). Seguimos viendo el juego de la gallina. El gobernador carece de operadores bien entrenados para buscar una negociación productiva con la tropa de Máximo. Y no tiene muchos legisladores adictos, porque las listas siempre las armó la jefa. Es verdad que duplica el apoyo de intendentes que tiene el cristinismo, pero esa es solo parte de la cuestión, porque los movilizados por el aparato son una cantidad muy pequeña, frente al total de votos de UP. Por eso CFK amenaza con bajar a dar batalla al territorio si se desdobla, para poner en blanco sobre negro quién tiene qué. La variable crítica ahora es la línea de tiempo, porque ni siquiera despejaron el primer término de la ecuación: las Primarias.

Perdió Juan Domingo Biden y ganó Juan Domingo Trump. El general tenía razón: peronistas son todos. Cristina podría exportar a EE.UU. sus “pibes para la liberación”, porque el magnate los va a necesitar. Pero no se sabe qué arancel les impondrá. Quizá podrían ir a préstamo por una temporada, como hacen los clubes de fútbol.

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