New Burger fue la primera gran hamburguesería de comida rápida de Rosario. En la década del 90 fue el McDonald’s rosarino, antes de que llegaran las cadenas estilo norteamericano y depredaran el mercado con su fast food estandarizado. Estaba en el local de dos pisos que ahora ocupa la librería Tomy, en Corrientes 833, y tenía un público muy adolescente.
La Capital pudo hablar con fuentes del entorno de los propietarios y algunos clientes nostálgicos para reconstruir la historia. Porque New Burger tuvo un paso fugaz, entre 1991 y 1996, pero dejó un recuerdo imborrable en el público local, en especial en los que atravesaban su pubertad. Su apertura se anunció con bombos y platillos en una publicidad a página completa en La Capital, el 1º de diciembre de 1991.
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Gentileza Kevin Dolce @rosarioporconocer y Archivo Diario La Capital.
Innovación y novedad
El primer choque era estético: todo, la cartelería y el frente, era blanco y rojo como el logo. El local estaba lookeado con la misma paleta. Junto al nombre, había una hamburguesa de colores verde, rojo y marrón. Adentro tenían decoraciones traídas desde Estados Unidos. Al ingreso, sobre el lado derecho estaba el sector de cajas, igual a una cadena yanqui, atendido por empleados con uniforme y gorra con el logo.
Pero también era muy moderno el formato de producción, con las planchas, freidoras y expendedoras de gaseosas, y la atención por autoservicio con bandeja plástica. New Burger era de Roberto Condorelli y Juan Carlos Casas, los mismos dueños de Los Sandwicheros, una exitosa sandwichería que quedaba en Mitre entre Rioja y Córdoba, y Misterbianco, otro bar que tuvo sucursal en Mitre y Córdoba (hoy Personal) y en la entrada de la galería Córdoba, debajo de la escalera mecánica.
También sobre la derecha pero más adelante, pasando las cajas, se retiraban las hamburguesas envueltas en packaging de papel, papas fritas en cajita de cartón y vasos descartables, otra sorpresa para el momento. Una vez que el cliente compraba su comida, hacia el lado izquierdo había mesas fijas al suelo con bancos. En el piso superior también había lugar para sentarse.
El concepto de llegar, esperar unos minutos por el pedido, tomarlo e irse a una mesa sin intervención de un mozo no era común en aquella Rosario. Para muchos, el cambio significaba saltar de comer un sandwich parado en los carritos del parque Independencia, afuera del Zoológico, a un local hermoso y con onda en pleno microcentro.
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Hamburguesas
Sin embargo, el auténtico gancho era el producto. Los diferentes combos de hamburguesa, gaseosa y papas eran una novedad de la época. Eran sencillas: medallón, buen pan, queso, quizás lechuga y tomate, pero había una con pepino que era totalmente innovadora en Rosario. También hacían lomitos, Menditeguy (de pollo), panchos, carlitos y ensaladas (cuando McDonald’s todavía no había incursionado ahí), e incluso vendían cerveza.
Los memoriosos mencionan que había una expendedora de queso líquido caliente para agregarle al sándwich. También vendían helado en versión candy. En pleno 1 a 1, aparecen testimonios que afirman que las burger sencillas valían 1 peso y tenían un tamaño digno, más grande que el cuarto de libra de los arcos dorados. Un ex habitué rememora que antes del cierre, apilaban las hamburguesas que no se habían vendido cerca de la entrada, para que los pibes las aprovecharan antes de tirarlas.
El establecimiento abría todo el día: desayuno, almuerzo, merienda y cena. En una época sin teléfonos celulares ni shoppings, los sábados al mediodía la salida adolescente era encontrarse en la puerta de La Favorita, y caminar unas cuadras charlando para comer hamburguesas hasta Corrientes entre Córdoba y Rioja. Algunos incluso recuerdan haber visto el Mundial 94 ahí adentro, y dicen que era un lindo lugar para juntarse, con mesitas coloridas de madera y metal, lámparas colgantes y mucho neón.
Para el postre, se hacía fila en Yogurt Time para tomar ese revolucionario yogur helado con topping. El circuito de lugares de ocio cerraba con unos fichines en el Bowling 10, en Córdoba y Maipú, o en el Sacoa de calle Entre Ríos al 800. Los que extrañan esa Rosario recuerdan muchas chupinas, los días de clase, haciendo esa recorrida. A veces los chicos festejaban sus cumpleaños en el local de New Burger, en el piso de arriba.
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La previa del boliche
Pero también se llenaba por la noche. Los fines de semana abría hasta tarde y en el horario nocturno era punto de encuentro de grupos de jóvenes y adolescentes antes de ir a boliches como Juana La Loca, Las Vegas, Stadium, Casa Bar, Arrow o Contrabando. En el primer piso, cerca de las 23, bajaban la intensidad de las luces y hasta la 1 era la previa para los que tenían de 15 a 17 años. Ponían música y se podía fumar: eran los primeros cigarrillos de los chicos «rebeldes».
Es cierto que Pumper Nic, una cadena nacional de origen porteño, tenía un local en el semi subsuelo de la galería de Corrientes y Santa Fe (para algunos primer shopping de Rosario) llamada Plaza Roma que abrió entre finales de la década del 80 y principios de los 90. Pero era pequeño. New Burger era enorme, un salón de más de 700 metros cuadrados, y siempre estaba lleno de un público muy joven. De hecho, llegó a tener otra sucursal en el ala Corrientes del Palace Garden.
Muchos jóvenes ni siquiera iban a comer, sino a tomar una gaseosa o un café, porque concurrir al local era una salida en sí misma. Otro dato inédito para la época, acostumbrada al cafetín y el camarero con delantal: el café venía en un pocillo plástico descartable, y lo podían rellenar gratis de manera libre. Tenía aire acondicionado centralizado, lo que lo hacía al lugar muy agradable en verano.
También hacían apuestas arriesgadas. Ciertos testimonios recuerdan que para atraer clientela, un día a la semana se realizaba una suerte de happy hour con tenedor libre de hamburguesas. Eran las simples, solo medallón, pan y queso. Había chicos que contactó este diario, que juran que se llegaban a comer 12 o 24.
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Resistencia
Desde el entorno de los dueños cuentan que representantes de Arcos Dorados, explotadores de la marca McDonald’s en 20 países de América latina y el Caribe, se acercaron un día al local a entrevistarse con los socios, y quedaron sorprendidos por lo que habían logrado hacer: la cantidad que vendían, el formato, el gran número de mesas y los productos, mucho más variados: la marca estadounidense apenas vendía hamburguesas con papas y gaseosa, la famosa Cajita Feliz y nuggets de pollo.
«Él (Condorelli) visitó muchos lugares buscando ideas. Hizo su propia mejora de lo que había visto en otros lados. No copió, trató de hacer algo distinto y con algunas características de avanzada de lo que era el fast food. Incluso, para lo que era McDonald’s en los años 90, era hasta superador«, confió una fuente familiar.
La gente de los arcos hizo un estudio de mercado, y eventualmente abrió su primer local en la ciudad. El 14 de diciembre de 1993, desembarcó en Rosario en la esquina de San Martín y Córdoba. Había llegado en 1986 a la Argentina. Su arribo golpeó fuerte a los comercios locales del rubro. New Burger, que era un monstruo para ese momento, pudo soportarlo. Obviamente, la multiplicación de propuestas similares le fue haciendo perder clientes, pero aguantó casi 3 años.
Los problemas se suscitaron en los otros negocios de los dueños: tenían cinco y no todos eran tan exitosos. De hecho, algunos no andaban tan bien y derivaron en problemas financieros. Estos inconvenientes económicos hicieron que Condorelli, que era dueño del local, lo tuviera que ceder a una entidad bancaria. Y así se terminó la historia de una marca que supo hacerle frente a las multinacionales, y que incluso les peleó mano a mano con un sello bien rosarino que quedó grabado a fuego en la memoria de toda una generación.
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