Desearía ser anónimo. Invisible, si existiera la posibilidad. Pero su trabajo lo pone en el centro de la escena, le impide el anonimato deseado y lo obliga a lidiar con su timidez.
Pablo Ramírez es un referente indiscutido de la moda argentina. Lleva treinta años trabajando en el país y veinticinco con su etiqueta Ramírez. Sus colecciones son símbolo de elegancia, sofisticación y austeridad.
En plena madurez personal y profesional, el diseñador y dibujante está ampliando su bagaje creativo. En breve debuta como director teatral con «La viva voz», en el Teatro Cervantes.
Lo acompaña siempre su marido y socio Gonzalo Barbadillo, con quien comparte amor, familia y trabajo.
Noticias: ¿Si tuviera que contar quién es, qué características lo definen, qué diría?
Pablo Ramírez: Me definen la búsqueda de la belleza, la búsqueda de la armonía, de la síntesis, de la austeridad. También me definen el rigor y el humor. No se me ocurre mucho más, qué difícil.
Noticias: ¿Cómo es su humor? ¿Qué lo divierte?
Ramírez: Me parece que el humor es la expresión máxima de la inteligencia. El poder reírse, el encontrarle la vuelta a la cosa y poder reírse de eso. Si pienso qué me hace reir lo asocio con Niní Marshall. Ese tipo de humor que tiene que ver con la observación también. Una mirada muy aguda que da como resultado la risa.
Noticias: ¿Es de las personas que ven el vaso medio lleno o medio vacío?
Ramírez: Creo que hasta los cincuenta siempre vi el vaso medio vacío y ahora lo empecé a ver medio lleno, me parece. Yo tengo esta idea de mí mismo como una persona melancólica. Pero eso no me impidió o me paralizó para poder seguir haciendo. A pesar de tener esa mirada siempre estuve resistiendo. A pesar de que el vaso no estuviera lleno, resistir y seguir haciendo. Hoy me siento un poco menos torturado por eso y estoy aprendiendo a disfrutar un poco más o a ver el vaso un poco más lleno.
Noticias: En otro momento, usted se definió un alma tortuosa, con una manera dramática, casi lorquiana de ver la vida.
Ramírez: Sí, pero a partir de los cincuenta y pasada la pandemia empecé a darme cuenta de que ya estaba, que ya era suficiente tortuosidad. El drama y la tragedia forman parte mí, pero, por otro lado, me siento súper agradecido de cómo se fue desarrollando mi vida y de lo que yo estoy haciendo con mi vida para poder estar como estoy hoy. No tiene mucho sentido seguir torturándome. Igual, en lo cotidiano no soy enrollado o complicado. Quizás eso se pone más en evidencia en lo laboral. Por ejemplo, la pasaba bastante mal en mis desfiles por esa cosa tortuosa de la exigencia. Y en este último que hice hace poco, lejos de pensar que fue perfecto y que salió como yo quería, siento que no lo sufrí tanto.
Noticias: ¿Cómo es este momento?
Ramírez: Hace treinta años que trabajo en Argentina y nunca la situación fue estable ni previsible, ni placentera ni cómoda. Uno aprende a surfear, a hacer equilibrio o a mantenerse en pie. Es un ejercicio que con el paso del tiempo te vas acostumbrando. No deja de ser difícil ni deja de ser nunca un desafío, pero de alguna manera estás más curtido.
Noticias: Este año cumple veinticinco años con su etiqueta. ¿Qué le genera este aniversario?
Ramírez: Me parece mentira. Todavía no puedo creer que son veinticinco años. Me cuesta un montón dimensionarlo. De hecho, la Fundación Medifé va a publicar un libro sobre mi trabajo. Es un montón de tiempo, de trabajo, de cosas que hice. Es la resistencia, la permanencia, el seguir haciendo, trabajando.
Noticias: ¿Cómo evolucionó la marca?
Ramírez: Hay un eje que se mantiene, tiene que ver con la elegancia, la fantasía, el deseo, el poder soñar. Eso es lo que está siempre. Parte de la evolución tiene que ver con el conocimiento, el aprendizaje y la maduración que logré en estos años. Por ejemplo, para esta última colección retomé moldería de hace veinticinco años. La idea era la misma, pero la actualicé basado en el conocimiento que tengo hoy sobre el cuerpo, la figura, la silueta.
Noticias: ¿Qué implica ser elegante hoy?
Ramírez: No existen fórmulas ni claves. Es un trabajo que tiene que ver con el conocimiento, con la mirada, con el reconocerte, con el cuestionarse, con el preguntarse. Y para mí, fundamentalmente, tiene que ver con la verdad. Lo verdaderamente elegante es lo verdadero, lo que es real, lo que uno puede sostener y defender. No pretender ser lo que no sos.
Noticias: ¿Quiénes son sus clientes?
Ramírez: Gente que está en la búsqueda y que sabe que lo que va a encontrar son herramientas para su construcción. Gente de todas las edades, la mayoría mujeres, pero también tengo hombres.
Noticias: ¿Qué mirada tiene sobre su propia imagen?
Ramírez: Es lo más difícil. Lo que más tengo que trabajar es no ser tan impiadoso conmigo mismo. Siento que pude aflojar el rigor en otras cosas, pero conmigo siempre me estoy dando. Yo tengo el deseo de ser anónimo o invisible, pero después tengo que enfrentar la realidad. Ni soy anónimo ni soy invisible, tengo una imagen y tengo que presentarme frente al mundo. Si es por mi idealización, siento que nunca estoy a la altura del ideal de imagen que tengo.
Noticias: A lo largo de los años fue cambiando su apariencia. ¿Hoy está amigado con su cuerpo?
Ramírez: Sí, me mantengo en peso, porque logré un equilibrio. Tiene que ver con el cuidado y la alimentación, sin volverme loco, y la actividad física. Por fin, después de cincuenta años, logré conectar el cuerpo con la actividad física. Hago pilates y entrenamiento en un gimnasio. Tiene que ver con apropiarme del cuerpo más que con la imagen. No estoy todo el tiempo mirándome en el espejo, ya estoy grande para eso.
Noticias: Hace poco le hicieron un homenaje en su pueblo, Navarro.
Ramírez: Sí, ya me habían nombrado Ciudadano Ilustre. Después tuve otro reconocimiento allí mismo que me dio el Ministerio de Cultura de la Provincia de Buenos Aires. Esta vez el intendente me hizo un reconocimiento lindísimo, nombrándome Triunfador de nuestro Pueblo. Fueron como 150 personas en el cine de Navarro y yo proyecté el documental que había preparado para la legislatura de Buenos Aires. Después hubo una recepción y me encontré con mis compañeros de colegio, mi maestra de jardín de infantes, profesoras, vecinas, amigos, mi familia. Yo me fui del pueblo cuando terminé el secundario y me vine a la Ciudad de Buenos Aires a estudiar Diseño en la UBA.
Noticias: ¿Y usted se siente un triunfador?
Ramírez: No sé si la palabra es triunfador. Yo me siento afortunado y muy agradecido por todo.
Noticias: ¿Cómo mide el éxito? ¿Qué significa para usted?
Ramírez: Para mí el éxito son otras cosas. Es darme un abrazo con Gonzalo antes de dormir o festejarle a mi mamá sus 75 años con un chocolate para sus amigas. Sentir que tengo una familia con mis hermanos, mis sobrinos y mi madre y una familia que pude construir con Gonzalo y con Valentín, su hijo. Que tengo amigos, que tengo un trabajo, que puedo dar trabajo, que mi trabajo es muy diverso. Hago alta costura, tengo una línea de jeans que se vende por la tienda online, una tienda en Recoleta, donde vendo pret-á- porter. Hago vestuarios para Fito Páez, para una ópera y hago los uniformes para una perfumería o para un restaurante, visto a actrices. Yo nunca me propuse metas ni me propuse llegar a tal lugar. Pero pasaron veinticinco años y sigo trabajando.
Noticias: ¿Cómo es esta familia que formó con Gonzalo y con Valentín?
Ramírez: Gonzalo es amigo mío desde hace más de treinta años. Se casó, tuvo a su hijo, seguimos siendo amigos y en un momento empezó a trabajar conmigo. Después se separó y luego de un tiempo empezamos a salir. Hoy somos socios y pareja y venimos trabajando juntos en Ramírez hace veinticinco años. El año pasado, después de veintidós, nos casamos. Valentín vivió con la mamá y con nosotros hasta que en 2010 ella se fue a vivir a Estados Unidos y él se quedó viviendo con nosotros. Estudió cine y ahora vive allá, pero hablamos todas las noches. El vínculo sigue intacto.
Noticias: ¿Cómo es ser pareja y socios al mismo tiempo?
Ramírez: Es insoportable, pero estamos acostumbrados. Nos llevamos bien, la verdad, nos complementamos bien. Por momentos parece que somos totalmente opuestos, pero después estamos de acuerdo en todo. Gonzalo está en la tienda y yo, en el atelier, pero los dos estamos al tanto de todos los temas y los manejamos juntos.
Noticias: Y ahora debuta como director de teatro.
Ramírez: Nunca me lo propuse, pero ahora me doy cuenta de que tengo una cabeza, un ojo de director porque siempre estoy pensando en el todo de la escena, de la historia. Alejandra Radano me dijo siempre que yo tengo que dirigir. También me lo dijo María Merlino. En un momento, María me contó sobre un proyecto que tenía, una obra escrita por Fabián Díaz y Andrea Ganina, y me propuso que la dirigiera yo. Acepté y, finalmente, ella le llevó el libro a Gonzalo Demaría. A él le encantó y nos programó para el Salón Dorado del Teatro Cervantes. Es un unipersonal llamado «La viva voz», protagonizado por María. Yo estoy a cargo del vestuario, de la escenografía y de la dirección. Estrenamos el 21 de agosto.